jueves, 5 de septiembre de 2013

5/4 y 7/4

Antes de que me escriba alguien para decirme que el resultado es 12/4, o lo que es lo mismo, 3'00, aclaremos que no se trata de una suma de quebrados. Se trata de dos tipos de compases inusuales, precisamente porque su métrica no es cuadrada, debido a que su numerador es impar. Algo parecido ocurre con el 3/4, pero de este compás nos ocuparemos en otro artículo (que lo merece).

Repasando teoría musical nos encontramos con que reciben el nombre de compases de amalgama, puesto que pueden verse como una suma de 2/4 y 3/4, en el caso de 5/4, y como una suma de 3/4 y 4/4, en el caso de 7/4. También podríamos invertir los sumandos en ambos casos y la cosa cambiaría bastante, ya que, tratándose de compases, lo importante es cada cuántos golpes cae el acento principal. Pero esto no debe preocuparnos hoy en día. Si se trata de un 2/4 seguido de un 3/4, el compositor lo especificará al inicio de la partitura, y lo mismo hará en cada uno de los casos posibles. De forma que, si nos encontramos con un compás de 5/4, el acento cae cada cinco notas, y si nos encontramos con un 7/4, pues cada siete.

He dicho que son inusuales cuando debiera haber dicho que lo eran, ya que son muchas las canciones compuestas en estos compases, total o parcialmente, en los últimos cuarenta años. Un buen ejemplo de 5/4 viene a ser "Take Five", de Dave Brubeck Quartet, y un buen ejemplo de 7/4 es "Money", de Pink Floyd (aunque el solo de guitarra está en 4/4). Ambos alcanzaron puestos altos en el top 100, #25 y #13, respectivamente, y tratándose de un indicador comercial vemos que el tipo de compás utilizado no fue un obstáculo. En la figura 1 vemos la famosa línea de bajo de "Money".



Fig. 1

Medir estos compases no es más difícil que medir un 4/4 ó un 3/4. Si bien en estos últimos uno se acaba acostumbrando a la caída de los acentos y llega a un punto en el que se hace automáticono necesita contar, lo mismo ocurre con el 5/4 y el 7/4. Lo mismo. Pásate una tarde entera tocando en 7/4 y lo comprobarás.

Para practicar será bueno que cuentes con la ayuda de un metrónomo (¿ya dije eso?). Te servirá tanto el metrónomo mecánico de toda la vida, y tiene la ventaja de que no marca el acento, como el digital, que marca el acento en el primer tiempo de cada compás. Obviamente, si optas por este último deberá poderse programar en 5/4 y 7/4. Si te marca el acento cada cuatro golpes será un lío fenomenal.


También podemos ver estos compases de una forma alternativa: el 5/4 como un compás de 4/4 con un tiempo de más, y el 7/4 como dos compases de 4/4 con un tiempo de menos. Para notar el efecto métrico que producen ambos compases es aconsejable empezar con frases conocidas, como las ya citadas. En "Take Five" tenemos a Eugene Wright en el contrabajo, y en "Money" tenemos a Roger Waters en el bajo eléctrico. Al ir dominando la medida de estos compases ya podemos empezar a improvisar nuestras propias frases, ya sea con arpegios, escalas, etc. ¡Buena práctica!




miércoles, 4 de septiembre de 2013

Escalas a medida

Hay muchas combinaciones posibles de intervalos con los que conformar una escala. Seguramente han sido todas exploradas, por si estás pensando en descubrir una y darle tu nombre, pero eso no impide que podamos construir nuestras propias escalas a medida, aunque coincidan (que lo harán) con alguna escala existente. Es preferible esto que ponerse a buscar en los archivos una escala que se adapte a nuestras necesidades. Tal vez alguien te diga: "me gustó esa escala húngara que usaste". Así sabremos varias cosas:
  • Que esa escala ya existe.
  • Cuál es su nombre.
  • Que somos geniales, porque se nos ha ocurrido lo mismo que a un genio.
Pero, ¿cómo construir nuestra propia escala? Un primer paso es colocar los ingredientes que necesitamos. Partiendo de una escala mayor digamos, por ejemplo, que queremos una segunda disminuida (b2), una tercera menor (b3) y una quinta disminuida (b5). En C tendríamos: C Db Eb F Gb A B (figura 1). Le ponemos el nombre que queramos, para recordarla, y asunto arreglado.


Fig. 1

Otra forma de hacerlo es sustituir los ingredientes que no necesitamos. Por ejemplo, digamos que, al tocar sobre un acorde de tónica (como Cmaj7), encontramos poco apetecibles la cuarta justa (F) y la séptima mayor (B). No problem! Fuera con ellas. Las sustituimos por F# y Bb. Así, el modo jónico (fig. 2, izquierda) pasará a ser un modo lidio dominante (fig. 2, derecha), y es un sonido que evitará ambas notas incómodas. En C tendríamos:


Fig. 2

La escala ya existe, pero nosotros la re-inventamos partiendo de nuestras preferencias.

Nuestra escala inventada podría omitir algunos grados de la misma. Siguiendo con el ejemplo anterior podemos, simplemente, omitir las notas que nos incomodan. Así, el modo jónico o escala mayor se transforma en una escala pentatónica mayor:



Fig. 3

Una vez diseñada nuestra escala deberíamos expandirla por todo el mástil, para poder ejecutarla desde cualquier lugar del mástil donde nos encontremos. Puesto que sería un trabajo de egipcios aprenderse todas las escalas, en todos sus modos, a lo largo del mástil, un truco es aprenderse la escala mayor, tal vez la menor natural, y adaptar las siguientes a estas. Por ejemplo, sabiendo la escala mayor, la pentatónica mayor es muy fácil, dado que esta omite dos notas de aquella. Toda escala nueva o extraña puede verse como una modificación de una escala más sencilla que ya conozcamos.


martes, 3 de septiembre de 2013

Anti-bajistas top 8

Estamos cansados de ver esos nombres, los bajistas galácticos que destacan como alfiler dorado en una cama con sábanas negras.  Aquellos cuya fama les precede de tal forma que hasta podemos hablar de ellos durante toda la noche sin haberlos escuchado jamás, ni saber qué cara tienen: Jaco Pastorius, Stanley Clarke o Larry Graham para los más viejunos; Les Claypool, Victor Wooten, Flea o Billy  Sheehan, para los más imberbes.

Siempre me ha irritado esa manía de hablar más de los que más se habla, pero es inevitable, es la condición humana, la ley de los grandes números, ley de vida. En este artículo doblaremos un poco esa ley echando un vistazo al lado oscuro de la Historia del bajo eléctrico. Bajistas que uno se avergonzaría de mencionar en una discusión académica por miedo a perder su empleo y ser tildado de freak de por vida. Sujetos de una catadura bajística insondablemente pobre que, sin embargo, vencieron todos los obstáculos e hicieron correr ríos de tinta narrando sus hazañas.

Como es costumbre, nuestra cuenta será regresiva y enfocada en el despegue. Así que, ahí vamos con nuestro anti-bajista número...

8.- Stuart Sutcliffe (Beatles)



El primer bajista que tuvieron los Beatles, que no llegó a catar la fama debido a su muerte, de un tumor cerebral, en 1961. Sin duda era mejor pintor que músico, y de todos es sabido que él, consciente de su patosismo, daba la espalda al público en cada concierto para camuflarse en las habilidades grupales de sus colegas. Cierto, mucha gente no notó nada raro.



7.- Dee Dee Ramone (The Ramones)



Oriundo de Queens, New York City, nuestro amigo demostró al mundo cómo se pueden componer decenas de canciones famosas sin dominar instrumento alguno. Más preocupado por lo que haría al bajar del escenario (adivina qué), y en contar como un niño hasta cuatro antes de cada canción, Fender le debe mucho por su fidelidad al Precision blanco y negro.

6.- Richard Hell (Television, Richard Hell & The Voidoids)

Junto con Tom Verlaine, núcleo de Television, rechazaron a Dee Dee como guitarrista por su incapacidad. Eso, ¿le convierte en más capaz? En absoluto. Pero su merecido halo de intelectual del punk, le libró de los dardos de la crítica. Sus saltitos en directo, totalmente pasados de moda y sin estilo alguno, irritaban a más de uno.

5.- Arthur Kane (New York Dolls)

Declarado alcohólico y perseguidor de mujeres enormes, el bueno de Arthur siempre se tomó su oficio con calma. Aprender a tocar es de bobos, de presumidos y de... ¿Para qué vas a sentarte en tu cuarto a perder el tiempo cuando sigues consiguiendo mujeres y whisky, cuando te llevan en limusina a salas de concierto abarrotadas? Echa cuentas.

4.- Pete Wentz (¿qué c*****s?)

No sé ni quién es, ni en qué banda toca, ni tengo ganas de saberlo. Si figura en este ranking es porque todo Google coincide en que es uno de los peores bajistas que jamás posaron sus sucias zapatillas sobre la faz de la Tierra. Y lo que Google dice no seré yo quien lo desmienta.

3.- Nikki Sixx (Mötley Crüe)

Probablemente una de las imágenes más glamourosas de los años '80, y epítome de estrella del rock, es otro caballero que demuestra hasta la saciedad que carácter es destino y viceversa. El síndrome de tocar fatal pero lucir de lo más cool. ¿Quién puede culparle en una era en la que se come por los ojos? Cambia tu amplificador por un buen cardado de melena y listo.

2.- Ian Kilmister "Lemmy" (Hawkwind, Motörhead)

No, este señor no se va de tiempo flagrantemente, pero representa la esencia del anti-bajo. Toca acordes y les añade distorsión, algo así como tocar la guitarra rítmica con un bajo Rickenbacker. Eliminar las frecuencias graves de sus líneas le alejan de un bajista y le emparentan con un jet Lear, pero eso no parece preocupar a sus miles de fans.

1.- Sid Vicious (Flowers Of Romance, Sex Pistols)

El incuestionable ganador. El que no entendía cómo otros podían tocar una canción entera sin parar a descansar. El que no grabó en el único disco de los Sex Pistols, cediendo el relevo a Steve Jones. El que sí entendía que la imagen lo es todo. El que se paseó de costa a costa de los Estados Unidos sin dar una nota en el sitio. El bajista que más entrevistas, portadas de revista y aureola mítica consiguió con menos conocimientos profesionales. En su torpeza, el bueno de Sid inspiró a muchos. Muchos pensaron que, cuanto menos se preocuparan del instrumento, más les perseguiría la fama.


Estos especímenes no son fáciles de encontrar, y tiene su lógica: si tocas mal, tus compañeros te echan del grupo; o lo hace el productor en mitad de la grabación de un disco; o lo hace un ejecutivo de la discográfica que pinta más que cualquier miembro del grupo. Así que, en una industria tan competitiva, como lo fue la industria discográfica en las últimas décadas, se necesita alguna cualidad extra para infiltrarse en terrenos donde difícilmente se perdonan los errores. Tomado de otra forma, podríamos pensar que es ridículamente difícil ser mal bajista... y hacerse famoso.


lunes, 2 de septiembre de 2013

Practicar slap desenchufado

Algunos piensan que sin vatios no hay rock and roll, y nada más cierto. Pero en este mundo políticamente correcto que heredarán nuestros hijos podrías tener problemas con el volumen que utilizas. Lo cierto es que no necesitas un amplificador de 1.000 vatios para practicar.




De hecho, es mejor practicar a pelo, sin enchufarse, precisamente porque exige más de nosotros. No se trata de masoquismo: cuanto mejor domines tu técnica desenchufado, mejor sonará todo al enchufarlo en un buen amplificador y girar la rueda del volumen hacia la derecha.








Elegir instrumento

Es humano equivocarse, incluso de instrumento. Lo bueno es que siempre puedes rectificar y escoger otro que se adapte mejor a tus necesidades, a tu personalidad, a tu bolsillo (el órgano de iglesia no es para todo el mundo). En mi caso, empecé como batería, cambié después a la guitarra, me matriculé de piano en el Conservatorio y, por fin, me asenté en el bajo. Sin duda, todos los otros instrumentos me enseñaron cosas que hoy aplico al bajo, pero, ¿cómo saber qué instrumento nos conviene? Algunos de los motivos más citados son:

Personalidad: mentira. En todo instrumento hay buenos ejecutantes con personalidades de lo más variado.

Comodidad física: otra mentira. Es posible que nuestro cuerpo nos imponga limitaciones, pero también está lleno el mundo de ejemplos de personas que vencieron todo obstáculo y se convirtieron en virtuosos. 

Presupuesto: más mentiras. Los fabricantes saben que no todo el mundo es rico. Por eso, siempre existirán gamas baratas de todo instrumento para ir rompiendo mano y perfeccionar nuestro arte. 

Gusto personal: es posible. Tal vez no te seduce que te recuerden con los carrillos hinchados, y dejas de lado el sax; o como un jorobado, y dejas de lado el bass.

En resumen, hay gente que lo tiene claro desde niño. Otras veces lleva tiempo darse cuenta de que el instrumento que tocamos no nos satisface por completo. Lo que hay que tener claro es que debemos estar cómodos con nuestro instrumento. A continuación, unos ejemplos de lo que NO hay que hacer:

  • Elegir el bajo porque, aunque eres guitarrista, el puesto de guitarrista está ocupado.
  • Elegir el bajo, siendo guitarrista, porque tu mejor amigo, o tu hermano, ya ocupó ese puesto.
  • Elegir el bajo porque tu padre es bajista y quiere que continúes la saga.
  • Dejar de lado el bajo porque "es para perdedores" y tú quieres brillar a toda costa.
  • Dejar de lado el bajo porque tu novia lo odia (créeme: tu novia no te conviene).
  • Dejar de lado el bajo porque "es muy fácil de tocar".
  • Dejar de lado el bajo y hacerse DJ porque, total, la música en vivo está muerta, y el mundo se va a ir al c****o en cuestión de años. (Esta sí tiene sentido. De hecho, es lo que voy a hacer).