domingo, 25 de enero de 2015

Cómo organizar el aprendizaje musical

Es una situación muy común: te compras un bajo, un pequeño amplificador y te decides a aprender. Te metes en Google o en YouTube y buscas cursos de bajo, tutoriales, etc. Le das a la tecla "enter" y aparecen miles de referencias. En una primera fase, nuestra reacción es buena: hay material de sobra, totalmente gratuito, para aprender a tocar el bajo. Con esa sensación nos acostamos, reconfortados, y puede que nos dure toda la semana, o todo el mes.

En la segunda fase, nuestra reacción ya no es tan buena. Empezamos a ver que no hay orden, unidad, unanimidad en la presentación de los conceptos. Ni siquiera cuando se trata del mismo autor. Nos asaltan algunas dudas sobre lo que es principal o secundario, sobre lo que hay que estudiar primero para comprender materias más avanzadas, sobre el material que está equivocado (que lo hay) y nos va a hacer perder un tiempo precioso en prácticas inútiles. Esta sensación sólo dura hasta que encontramos otro vídeo o curso que nos abre los ojos, y volvemos a ejecutar el bucle indefinidamente.



En los últimos meses, son muchos los que, abrumados por los efectos negativos de la segunda fase, me han pedido consejo sobre cómo enfocar su aprendizaje musical. Lo primero que les puedo decir es lo mismo que publiqué en un foro argentino de bajistas:
No creo que sea un gran problema haber empezado la casa por el tejado, o no haber seguido un orden estricto en el aprendizaje. Sobre todo, porque no habrá dos profesores en el mundo que se pongan de acuerdo sobre cuál sería ese orden, esa sucesión ideal de materias. Por tanto, uno debe identificar lo que le falta, y esto puede que le lleve a otras cosas que faltan, y así, estirando del hilo, uno va sabiendo lo que necesita. Como profesor, recomiendo unas áreas que todo músico debería desarrollar, como son, y las pongo sin un orden:
  • Solfeo y armonía. Para entender cómo funciona la música.
  • Desarrollo del oído musical. Tan necesario para tocar como ver para conducir.
  • Técnica. Ejercicios mecánicos para saber cómo llegar a tocar lo que quieres tocar.
Otras, también importantes serían:
  • Gusto musical.
  • Conocimientos mínimos sobre bajos, amplificadores y efectos.
Y alguna más que se me puede haber olvidado. Es importante saber que se pueden ir adquiriendo todas al mismo tiempo, un poco de cada una, y de hecho es lo normal. Ya sé que las tres que he citado como básicas pueden resultar aburridas y no se consiguen en dos días. Por eso, lo importante es valorar lo que vamos consiguiendo, no lo que nos falta.

Hasta aquí la respuesta para los que no gustan de leer mucho.


Para los que gustan de hablar sobre este tema, hablemos, porque hay mucho que decir. Por ejemplo, ¿qué escuela es mejor para aprender a tocar: la clásica, el jazz o tocar de oído? Obviamente, quien responda la pregunta se verá condicionado por su formación musical. Lo cierto es que no hay una respuesta correcta, a menos que respondamos "las tres". En efecto, en cada escuela podemos encontrar ejemplos de grandes músicos. También los hay que se beneficiaron de las tres, o dos de ellas, en mayor o menor medida. Ninguna forma de aprendizaje debería ser excluida, pues todo suma conocimientos y nos hace músicos más completos.

De la misma forma, toda escuela tiene sus carencias. Todos hemos visto músicos de formación clásica que no saben improvisar un solo de ocho compases; músicos de jazz con una capacidad de lectura deficiente; músicos auto-didactas con grandes lagunas de armonía.

Otra cuestión importante, ya de tipo más general. Se trata de algo que sucede, no ya con la enseñanza musical, sino con cualquier tipo de aprendizaje o información. Tiene que ver con la saturación de información a que nos vemos sometidos. Cada vez se genera y se distribuye más información, por lo que es imposible abarcarla toda. Estamos pasando de la era de la información a la era de la desinformación, ya que, cuando tienes tanta información, a menudo contradictoria, por la incapacidad de los autores para ponerse de acuerdo, ya nadie sabe lo que es cierto y lo que no lo es. Cien mil personas opinando sobre cualquier tema, a su favor, y cien mil opinando en contra, dejan la cuestión en tablas. Es decir, perpetúan el enigma.

Conclusión: siempre podremos guiarnos por nuestra intuición y estirar del hilo de lo que ya sabemos. Detectar qué áreas nos fallan y completar y buscar esa información concreta. Este es el trabajo. Todo aprendizaje ha de ser activo. No importa lo que tardemos, sino lo que vayamos consiguiendo. Todos moriremos con muchas cosas por aprender, así que es mejor no mitificar al músico perfecto. No existe.