sábado, 12 de enero de 2019

Aquellas webs de puro HTML


Un músico es como un viajero. Hay ciudades que conoce a la perfección, pero desea conocer otras. Tiene su técnica favorita, la que domina, y sus conocimientos de armonía más o menos extensos, pero desea explorar otros territorios, convencido de que encontrará tesoros que llevarse a casa y de que el viaje le resultará enriquecedor.

Existen diversas técnicas de ejecución en el bajo eléctrico: dedos, púa, slap, tapping… Incluso dentro de ellas hay sub-técnicas, diferentes formas de usar los dedos o de percutir las cuerdas en el slap. Dejando de lado que siempre han existido genios, la realidad es que un bajista suele destacar en una técnica más que en las otras. Incluso puede que prescinda de todas menos una, siguiendo aquel refrán que dice que “el que mucho abarca, poco aprieta”. Así, un experto en slap puede que no sea muy hábil con los dedos y ni siquiera se plantee utilizar la púa, mientras que alguien acostumbrado a los dedos es posible que ignore por completo el slap (Jaco Pastorius, sin ir más lejos).

Nadie te obliga a dominar todas las técnicas, aunque si deseas dedicarte al bajo de forma profesional es primordial que puedas defenderte en todas ellas, al menos de una forma decente, ya que es posible que el que te contrata desee en un momento determinado un poco de dedos, slap, tapping o acordes para dar variedad a la canción. Mejor todavía: aunque el jefe no te lo sugiera, puede verse gratamente sorprendido si, al esbozar una canción, entras ejecutando una técnica que se salga de la norma en comparación con el resto del repertorio.

Con esta finalidad desarrollé un pequeño apartado de “Técnica” en mi web original, Bajo Mínimos, a finales de 1998. No pretendía ser un dossier exhaustivo, pero sí mencionar las principales y explicar en qué consisten para que cada uno pudiera ampliar información por su cuenta, información que muchas veces he ampliado desde los artículos de este blog.



Tengo que decir que aquella página web, Bajo Mínimos, sigue activa a día de hoy. Cuando entras con Google Chrome te aparecerá la frase “No es seguro” en el cajetín de direcciones URL (wtf?), cosa que no comprendo, ni tampoco los administradores del servidor. Estoy en condiciones de garantizar la seguridad del acceso, ya que se trata de un servidor que corre bajo Linux y sus esforzados administradores se pasan día y noche monitoreándolo. No por mi contenido, desde luego, pero sí por otros que comparten el hosting. Así que nada, podéis entrar sin problema alguno.

Cuando empecé a programar aquella web no existía PHP ni todas esas maravillas de la tecnología que dan a las páginas de hoy ese aspecto tan admirable. La palabra SEO no se conocía. Construíamos a base de prueba y error, experimentando libremente. Cualquier experto en SEO de nuestros días te dirá que mi página es un auténtico desastre en cuanto a diseño. Te dirá que no es SEO-friendly, y no seré yo quien lo discuta, puesto que tiene toda la razón. Pero tengo algo para ese experto en SEO.

Es posible que páginas con un SEO pobre queden apartadas del tráfico del ciberespacio, relegadas al olvido y solamente rescatadas de cuando en cuando por algún simpático bloguero que las da a conocer posteando un link. Sin embargo, tengo que decir que la mejor información que jamás encontré en Internet provenía de páginas de este tipo, en un noventa y cinco por ciento. Auténticas perlas en su contenido. Esos consejos dorados que no te dice nadie, porque el que los sabe se los calla como una harpía para tener ventaja sobre la siempre creciente manada de competidores.

Por desgracia, la mayoría de estas webs han desaparecido. Desde aquí quiero emitir un sincero homenaje a gente como Libby Bee (The Libster) o Marc Sabatella por ser mis faros, mis guías, en aquel lejano cambio de milenio. Los sigo admirando profundamente.
Ah, el eterno debate entre forma y fondo, la visibilidad y el contenido. Entiendo que es mucho más agradable leer una página donde sus contenidos son presentados de forma impecable, páginas cuya producción cuesta, a veces, un dinero que algunos no nos podemos permitir. Pero ¿es acaso un sitio web sobre bajo eléctrico un fin en sí mismo, un objeto para ser contemplado? ¿Va a entrar en éxtasis alguien por el mejor hecho de aterrizar en una web con un diseño que quita la cabeza?

Te pongo un ejemplo. Si tuvieras que elegir entre una web con un diseño de rompe y rasga, cool hasta la muerte, pero con un contenido regular, y otra de diseño simplón y colores chillones, pero con una información realmente útil para mejorar tu forma de tocar, ¿cuál visitarías primero?


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