viernes, 29 de noviembre de 2013

Walking bass plus

Si has leído, entendido y practicado todos los artículos publicados hasta ahora sobre walking bass; si has practicado, como un poseso, la construcción de líneas de walking sobre standards del Real Book; si has visto crecer tu soltura como el cabello de tu vecina; entonces, es momento de colocar el techo a esa construcción.

Tus líneas fueron, primero, correctas; después, se engalanaron y adquirieron elegancia; pero siempre queda algún detalle que nos puede servir.

Ya vimos cómo utilizar, de vez en cuando, otras figuras, distintas de las clásicas cuatro negras por compás (en realidad, negras con puntillo). Una variante consiste en ejecutar notas percusivas, notas fantasma o notas muteadas en vez de, simplemente, doblar la nota que tocamos, como puede verse en la figura 1.

Fig. 1

Como se puede ver en la figura anterior, la nota muteada, marcada con una (x), irá fuera del tiempo. Es decir, entre un tiempo y otro, sea el número que sea.

También vimos que podemos introducir tresillos de vez en cuando. Una variante de esto consiste en ejecutar tresillos que, en lugar de triplicar la nota, estén formados por notas de la escala que anticipen la nota que vamos a tocar, como muestra la figura 2.




También podemos movernos a lo largo del mástil del bajo. Es decir, ascender o descender la octava para crear interés al cambiar de altura. Eso sí, evitaremos el registro más alto del instrumento, o apenas nos mantendremos en él, puesto que la función del bajo podría verse en entredicho.

También podemos anticipar ligeramente la nota que vamos a tocar, ejecutándola un poco antes del tiempo donde debería caer. Es como un tumbao típico, pero no conviene usarlo en cada compás, por no desvirtuar el ritmo base.  Ni tampoco si el batería está, en ese momento, ejecutando un patrón rítmico complicado. Ahí, nuestras cuatro negras por compás son cruciales para mantener el swing. Lo vemos en la figura 3.

Fig. 3


Si un solo acorde se mantiene durante muchos compases, o durante toda la pieza, como en "So What", de Miles Davis, ya vimos que podemos usar escalas bebop. Asimismo, podemos usar cualquier escala asociada con ese acorde, o con cualquier acorde de su género (mayor o menor), con tal de que, cada cuatro u ocho compases, toquemos la tónica o la quinta del acorde en cuestión, como vemos en la figura 4.

Fig. 4


En el caso anterior, además, podemos tocar ii-V cada cuatro u ocho compases antes de regresar a la tónica (fig. 5).


Fig. 5

Incluso podríamos anticiparnos a esta conclusión de frase realizando sustituciones de acordes previas, pero eso lo veremos en otro artículo.


miércoles, 27 de noviembre de 2013

Ser bajista profesional, ¿es difícil?

La respuesta es no. No es más difícil que cualquier otro oficio. Recordemos otro artículo de este blog titulado Aprender a tocar el bajo, ¿es difícil?. Este artículo se mira en él. Y ambos reflejan lo mismo.

Aclaremos algunas cosas. Ser bajista profesional no es lo mismo que ser un genio. De hecho, la mayoría de los genios no se desempeñaron bien como profesionales. Un genio no se amolda con facilidad, y depende mucho de su estado de ánimo.  Un genio no acata bien las órdenes, ni se puede razonar con él o ella en términos de conveniencia. Un genio se impone por goleada, y eso no hay jefe que lo aguante.

Tampoco tiene mucho que ver con ser bajista de estudio. Para esto último hay que estar muy curtido en grabaciones, saber leer música a primera vista, tener un oído musical prodigioso, abarcar todo un rosario de estilos sin titubear y caerle bien al productor. Pero se puede ser un excelente profesional sin alcanzar semejantes cotas de virtuosismo.


Si hablamos de ser profesional nos referimos a lo que se entiende por tal en cualquier profesión: alguien capaz de hacer el trabajo. Esto se hace duro en las profesiones artísticas por el simple hecho de estar expuesto al público. Lo que significa que el bajista, aunque esa noche llueva, se encuentre sin inspiración, su novia lo acabe de abandonar, haya muerto un familiar cercano o descubra que el bajo no es su instrumento, subirá al escenario y realizará su trabajo sin que nadie lo note. Un profesional es alguien confiable.



Alguien que hace el trabajo es alguien que hace los deberes. Se prepara las canciones antes del ensayo conjunto. Investiga para solventar dudas o para asegurarse de estar haciendo lo correcto. Se informa sobre diversos estilos. Sabe improvisar. No tiene que ser la gran cosa, pero sí hacer el trabajo.


También es alguien puntual. Si no llega a tiempo a los ensayos, ¿cómo va a entrar "a tiempo" cuando esté tocando?


Es alguien con oficio. Esto implica saber ciertos trucos de la profesión, sobre el escenario, sobre el equipo, etc. Se suelen aprender a base de mucho pisar escenarios. Pero también se pueden aprender de otros músicos que han pisado más escenarios que nosotros, ya sea leyendo su autobiografía o charlando con ellos.


Algunos creen que vivir de la música es una ganga. De eso nada. La única ganga es vivir de lo que te gusta, que ya es bastante. Por lo demás, hay que esforzarse. Si te pagan por hacer lo que te sale de las narices, eso no es un trabajo. Eso es que has vuelto a casa de tu mamá a que te consienta. La cuestión aquí no es si te gusta o no. La cuestión es, ¿prefieres vivir de tocar el bajo o prefieres trabajar en una oficina? Esa es la cuestión, como puso Shakespeare en boca de Hamlet.


En cualquier otro trabajo, una persona aguanta los gritos del jefe, el mobbing habitual por destacar sobre el resto, la presión por no reír los chistes del encargado, el traslado de centro, la congelación del sueldo. Acata órdenes al estilo militar. Pero cuando se trata de música, esa misma persona empieza a poner pegas, empieza a exigir de antemano, y se relaja de tal manera que es incapaz de realizar su trabajo. Bueno, mientras queden oficinas no hay problema.